Crux es la constelación por excelencia para todos los viajeros del hemisferio norte que, en su afán por contemplarla, deben desplazarse hasta latitudes meridionales o próximas al ecuador. Se trata de la constelación más pequeña que conocemos, formada apenas por un puñado de estrellas, pero con mucho encanto. Si recorremos el eje principal de la cruz desde su base y prolongamos esta distancia unas cinco veces, hallaremos el polo sur celeste.
Los antiguos griegos y romanos identificaban con facilidad las estrellas de Crux, ya que, por aquel entonces, el eje de la Tierra estaba inclinado de un modo más favorable para observarla en el cielo hacia el horizonte austral. Debido a la precesión del eje terrestre, esta constelación volverá a ser visible en la franja mediterránea en torno al año 13.000 D.C.
Al este de Acrux y debajo Mimosa se localiza una nebulosa oscura conocida como «nebulosa Saco de Carbón», fácil de observar a simple vista. Tiene el aspecto de un «agujero» en plena Vía Láctea. Consiste en una franja de polvo que nos impide observar las estrellas más profundas de nuestra galaxia. Se encuentra a poco más de 600 años luz de nosotros.
NGC 4755, más conocido como el «Joyero», es un cúmulo abierto apreciable a simple vista, si bien con ayuda de un par de prismáticos o de un pequeño telescopio podemos distinguir las 300 estrellas multicolor que lo forman. Se trata de uno de los cúmulos más jóvenes conocidos. Tiene una antigüedad de 14 millones de años y dista de la Tierra 6400 años luz.